Las Espigadoras nace del impulso de un equipo de profesionales con una amplia experiencia en el diseño, gestión y programación de eventos culturales cinematográficos. Después de muchos años de colaboración en múltiples proyectos para un sinfín de organizaciones, en el año 2013 decidimos crearnos un paraguas que nos permitiera no sólo canalizar nuestra propia visión de la gestión cultural (por el tipo de iniciativas que queremos promover y la metodología de trabajo que nos gustaría aplicar), sino también atender la necesidad personal de habitar y formar parte de una organización con una cultura corporativa coherente con nuestros principios, que coloque a las personas en el centro de todo, bien sean clientes, proveedores, colaboradores, además de los propios trabajadores.
Creamos Las Espigadoras como una forma de estar en el mundo y relacionarnos con él, un proyecto de vida permeable al cambio, mutante, que nos permitiera reunir a otros profesionales para afrontar el reto cotidiano de trabajar en lo que nos apasiona. Por eso nuestro nombre rinde homenaje a las mujeres que recogían las espigas que quedaban en el rastrojo, las mismas campesinas que retrata Jean-François Millet en Las espigadoras (1857).
Espigar, que significa recoger, escoger, tomar de uno o más escritos rebuscando acá y allá creemos que describe fielmente nuestra forma de trabajar, una actualizada versión de espigar que reflejó como nadie nuestra adorada directora belga Agnès Varda, en Los espigadores y la espigadora (Les glaneurs et la glaneuse, 2000). Ella actualiza su significado a través de un elenco de personajes urbanos, protagonistas que cuentan las razones por las que espigan: el compromiso con el consumo responsable, el uso de la basura como materia prima para la creación artística, o incluso ella misma, que se define como espigadora de imágenes.
Nosotras espigamos porque queremos promover una gestión eficaz y responsable de los recursos económicos y humanos con los que contemos, para concentrar el esfuerzo en los aspectos que realmente sean clave y cubrir las carencias con creatividad, auténtico trabajo en red y nuevas soluciones que no resientan la calidad técnica del proyecto en el que participemos.
Y después de tanto y buen trabajo, como hacen las espigadoras, celebrarlo.